Si dispones de unos días libres, son varias las ciudades europeas cuyos colores otoñales te atraerán sin remedio. Aquí te dejo algunas ideas para que disfrutes de este otoño en Europa.
1.- Malta
Esta pequeña isla del Mediterráneo, a caballo entre Europa y África, guarda grandes tesoros naturales e históricos.
En esta época del año las temperaturas aún son agradables y sus calas y playas, junto con las estrechas calles enmarañadas de La Valletta, están libres de las hordas de turistas que las toman al asalto cada verano.
Disfruta de las playas de aguas cristalinas y arenas doradas, como Birzebbugia, Buggibba o Gnejna Bay en la isla de Malta o las de la solitaria Gozo.
En La Valletta podrás respirar su pasado templario en cada esquina. Los Caballeros de la Orden de Malta se asentaron durante varios siglos en el archipiélago y los libros de historia recuerdan su heroica resistencia durante el sitio de los turcos entre mayo y septiembre de 1565. Dicen que esta batalla, en la que la flota turca hizo el mayor despliegue marítimo que se daría hasta el día D de 1944, cambió el signo de las guerras religiosas entre cristianos y el sultán turco.
Como premio a su valentía y fuerza, los reyes cristianos recompensaron a los Caballeros de la orden con grandes sumas de oro y dinero, pudiendo construir hospitales, palacios, iglesias y fortificaciones que le dan, a día de hoy, ese aire imperial a la capital de Malta.
2.- Donegal, Irlanda
Irlanda es conocida con el sobrenombre de la Isla Esmeralda por el verde que cubre sus valles, praderas y montañas. En otoño, sus bosques mudan a tonos naranjas, rojizos y ocres y la luz del sol comienza a escasear con cierta celeridad.
Sin embargo, el ambiente melancólico que se respira en esa época es difícil de encontrar en otra tierra. Al noroeste de esta isla de emigrantes se halla el condado de Donegal, uno de los pocos donde se siguen manteniendo tradiciones irlandesas arcaicas. Aquí aún puedes encontrar viejos granjeros que viven en sus casas de campo y cuidan del ganado. Además, en algunas casas se sigue hablando la lengua gaélica.
Alquila un coche y recorre el paisaje dramático de los acantilados de Horn Head, totalmente desconocidos para el turismo de masas, que prefiere ir en rebaño a los de Moher (que, todo sea dicho, también son bonitos pero han perdido su esencia). Visita pueblos como el apartado Dunfanaghy, con playas kilométricas que se asoman al bravo Atlántico. Observa la vida rural y explora bosques milenarios como el de Ards Forest Park y Glenveagh National Park.
Para rematar la faena, cuando caiga la noche y apriete el frío irlandés, entra en un pub, pídete una Guinness y habla con los parroquianos. La luz y el calor se harán ante ti.
3.- Värmland, Suecia
Al sur de Suecia nos encontramos la región de Värmland. Karlstad es su capital y, prácticamente, la única ciudad de tamaño considerable.
Värmland es sinónimo de naturaleza en estado puro. El lugar perfecto para aquellos que quieran disfrutar de unas vacaciones de actividades al aire libre. Eso sí, traed ropa de abrigo porque el frío ya comienza a apretar fuerte por estas latitudes.
Construye tu propia balsa de troncos para descender por el río Klara, haz trekking o un safari para avistar a los grandes alces de Långbergets, recorre en bicicleta de montaña los senderos entre bosques y lagos prehistóricos en Brattforsheden, y da paseos en canoa por ríos o lagos.
Un buen lugar tanto para vacaciones familiares como para parejas o aventureros.
4.- Tarn et Garonne, Francia
En la vecina Francia, la región del Mediodía se tiñe de rojizo para recibir al viajero.
Gastronomía exquisita, vinos, telas, bellos pueblos y mucha historia te esperan en una ruta que puedes realizar en tan sólo 3 ó 4 días si te mueves en coche.
Comienza en Montauban, donde sus antiguos edificios de ladrillo rojizo resistieron los cañonazos del rey francés, Luis XIII, desde el otro lado del río. Los cátaros sufrieron peor suerte en la medieval Cordes Sur Ciel, la primera ciudad amurallada (bastida) de Francia, que se agarra con uñas y dientes a la colina. Es uno de los pueblos más bonitos que vi jamás. Acaba el recorrido en Albi, con sus puente milenario y que se ha ganado con creces el derecho a ser Patrimonio de la Humanidad.
5.- Estambul, Turquía
La vieja Constantinopla me parece la ciudad más auténtica del Viejo Continente, aunque parte de ella se encuentre en Asia.
Durante el verano, las altas temperaturas y las numerosas hordas de turistas hacen que no sea tan recomendable visitar Estambul. Si puedes elegir, te recomiendo que lo hagas en primavera u otoño.
Estambul es una deliciosa mezcla de Oriente y Occidente. Mezquitas y palacios se confunden con restaurantes y hoteles de corte moderno. La vieja zona histórica de Sultan Ahmet, los barrios del lado asiático, la vida de 24 horas de las zonas de Beyoglu y Taksim, los residenciales barrios de Ortaköy y Besiktas, el Gran Bazar y mucho más.
Estambul exige visitarla con parsimonia, dejando que los olores a especias y toda su historia te posea para no dejarte jamás. Volverás. Y lo sabes.
Y tú, ¿qué escapadas tienes en mente para este otoño?.