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Cuando Jeremy y Rachelle se sentaron a planear su boda, el hecho de pensar en elegir un sitio, un menú, la lista de invitados y todas esas cosas se convirtió en una realidad, por no mencionar el gran coste financiero de todo ello. Pensaron sobre ello y Rachelle dijo: “¿Por qué no nos casamos en Islandia?”.
Unas semanas más tarde, sin nada planeado, Jeremy y Rachelle estaban viajando en furgoneta por Islandia. Salían de excursión por glaciares, bajo cascadas, exploraron mundos de musgo, jugaron con caballos y se relajaron en las aguas termales. Todo ello con la idea de que sabrían dónde querrían casarse en cuanto lo encontraran.
Un día descubrieron las ruinas de una antigua iglesia, lo único que sobrevivió a una erupción volcánica hace tiempo. La lava de la erupción se separaba rodeando la iglesia, y la pareja supo que había encontrado su lugar. En ese sitio intercambiaron sus votos de la forma más íntima posible: solos y juntos, con la naturaleza como testigo. Intercambiaron los anillos, se besaron, se abrazaron y volvieron a la furgoneta a continuar su aventura.
Con el dinero extra que Jeremy y Rachelle ahorraron al no tener una boda tradicional, se permitieron pagarme el viaje a Islandia para documentar su aventura. Soy un fotógrafo artístico que dejó la industria de la moda hace 5 años para vivir en una cabaña en el bosque.
Más información en: Jeremy’s Instagram | Troy’s Instagram | troymoth.com