Curiosamente cuando nos preguntan que es lo que más nos gustó de nuestros viajes, frecuentemente respondemos con experiencias en las que estuvimos vulnerables, en situaciones de riesgo, cuando sucede lo que no estaba planeado. Y aunque en el momento fue frustrante, una vez se aleja el peligro, estas situación se suelen convertir en lo mas significativo de nuestras travesías. Muy probablemente porque tuvimos que enfrentar con valentía el momento, y sobre todo porque aprendimos a ser mejores a través de las malas experiencias.
Voy a contarles unas breves historias que me han sucedido al viajar sin (mucho o nada de) dinero, lo cual pienso te adentra a la cultura conociendo a las personas propias de la región, creando aventuras y anécdotas que se quedan con nosotros.
Era el verano decembrino en la ciudad de Sydney, Australia. Viajaba con mi hermana y unos amigos de ella, íbamos en destino a conocer a nuestro “couchsurfer” Ashwyin quien decía tener unas casas de amplios terrenos con proyección auto sustentable. Básicamente íbamos a ayudar pocas horas al día en los jardines y hacer limpieza a cambio de hospedaje. Llegamos a la dirección en una bonita y húmeda zona de Sidney, había otro viajero en la calle (un francés cuyo nombre olvidé) y la novia de Ash, Emily. Ella era estudiante de universidad de unos 25 años, linda y amable nos saludó, “sí, mi novio Ash no tarda en llegar” al cabo de un tiempo nos dijo “bueno, parece que Ashwyin todavía no llega, vamos a entrar”. Ya antes habíamos usado Couchsurfing en Australia y habíamos tenido muy buenas experiencias, ¿que podría salir mal?.
A lo que Emily se refería con “entrar” era en realidad saltar una reja para ingresar a lo que parecía propiedad privada. Dudamos un poco saltar la reja de metro y medio, pero finalmente decidimos lanzar nuestras mochilas y cruzar. Llegamos a un terreno muy grande el cual tenía tres casas con enormes jardines rodeándolas los cuales estaban llenos de basura. Seguíamos a Emily a una de las casas y un olor entre madera rancia y animal muerto nos daba la bienvenida. Lo que parecían casas descuidadas eran en realidad casas completamente abandonadas. La luz del día que entraba por los hoyos que había en el techo iluminaba las paredes que estaban completamente grafiteadas, había basura en el suelo y muchas palomas siendo las verdaderas dueñas de las casas. Emily entusiasmada nos contaba “sí, acabamos de iniciar este proyecto, llevamos pocos días. Esperamos recibir muchos Couchsurfers para hacer una comunidad sustentable en la que todos sean bienvenidos” Nuestras miradas reflejaban desconfianza, miedo y descontento.
Muy probablemente nos hubiéramos ido de ahí, de no haber conocido a nuestro couchsurfer. Finalmente Ashwyin llegó; australiano de unos 28 años, alto, güero y carismático. Nos saludó despreocupadamente y empezó a hablar con nosotros en un fluido español.
Ash vivió 1 año en México porque hizo su Servicio Social en Oaxaca, nos decía que simplemente le encanta nuestro país y siempre quiere regresar. También era ingeniero en energías renovables de la Universidad de New South Wales. Él es el tipo de persona con quien puedes tener una plática interesante y al mismo tiempo lo verás reír infantilmente; con notoria inteligencia pero desinteresado en el reconocimiento, reflejando sencillez y humildad, se convirtió rápidamente en nuestro amigo.
El entusiasmo de nuestro couchsurfer nos contagió para decidir quedarnos, y, una vez finalizada nuestra plática introductoria comenzamos a limpiar. Escogimos la casa que se veía en mejor condición y empezamos por sacar la basura del suelo y dejar lo más limpio posible en donde sería nuestro lugar para dormir los siguientes días.
Comenzaron a cantar los grillos y cayó la noche. El francés que había llegado con nosotros y desapareció curiosamente cuando nos pusimos a limpiar, regresó y se sentó en lo que parecía el rincón mas aseado de la casa. En su mal inglés y sin poder esconder su cara de repulsión por las casas, nuestro compañero francés trató de agradarnos con algunas de sus historias y “consejos” que había usado mientras viajaba, era muy arrogante y sus anécdota consistían en como robaba en el supermercado y hacía otras trampas en Australia. Riendo solo de sus historias, pasó un tiempo e hizo una llamada. Colgó y nos dijo que iba al mercado que si no queríamos algo, Ash le dió 5 dólares para comprar algo para compartir. Tomó el dinero y agarró su mochila, salió del terreno y nunca lo volvimos a ver, no fue extrañado.
Después de haber limpiado, acomodamos nuestros sleepings y dormimos tranquilamente a causa del cansancio. Al día siguiente despertamos para ayudar un poco en el jardín, el sol australiano nos acompañaba en un bonito día azul. Sé que puede sonar un poco extraño ser hospedado por unos desconocidos en propiedad que no era de ellos en condiciones aparentemente inhabitables, pero al decir verdad comenzamos a disfrutar estar ahí.
Platicábamos mucho con Ash y Emily, el trabajo físico que hacíamos en las casas y jardines también era de alguna manera reconfortante, observar como mejoraba todo conforme nuestro trabajo. Así, paseando mucho por Sidney, disfrutamos los últimos días del 2010.
Aproximadamente dos semanas después de haber vivido con Ash, un día como cualquier otro casi todos habían salido y estábamos en las casas solamente mi hermana, Zapa nuestro amigo y yo. Mi hermana, de complexión pequeña y de vista chistosa cuando trabaja con una pala, estaba tranquilamente cavando un hoyo, cuando de repente escuchamos un grito fuerte y agresivo dirigido hacia ella. “EY! TU! NO PUEDES ESTAR AQUI, ESTO ES PROPIEDAD PRIVADA” mi hermana asustada se acerca a Zapa y a mí, que simplemente veíamos al sujeto que emitió el grito y empezaba a saltar la reja; él medía aproximadamente dos metros, de tez obscura, complexión muy grande y vestido de traje, se acerca a nosotros y nos dice en voz golpeada “Ey todos ustedes! por qué están aquí?!! Tienen que irse, tienen que irse AHORA!” Con temor accedimos y le dijimos que tan solo íbamos a agarrar todas nuestras cosas. Posteriormente entró otro tipo muy parecido al primero pero un poco mas pequeño. Rápidamente empacamos todo en nuestras mochilas y cruzamos la reja para salir del terreno.
Y ahí estábamos, en la banqueta con nuestras mochilas, desanimados y la vista hacia el suelo. El primer sujeto que nos había gritado, se acerca a nosotros preocupado y lamentado, nos dice en tono amable “oigan, muchachos, pero sí tienen donde quedarse, ¿verdad?” Ash y Emily llegaron, empezaron a hablar con los dos de traje. Súbitamente aparece un señor de unos sesenta años; parecía italiano, medía como 1.60, usaba chanclas, short, un reloj de oro y lentes retro. Fumando se acerca con el hombre de traje y le grita “ERES UN IDIOTA! Esa no es mi casa, mi casa es la otra! (La única de las tres que no habíamos entrado) siempre es lo mismo contigo Little Joe, eres un idiota, idiota, idiota”. Little Joe con cara regañada y sonriendo apenado nos dice “oh, perdonen muchachos esa no era la casa de mi jefe, solamente no entren a esa casa, ¿esta bien? Adiós”. Nosotros sorprendidos porque todo había sucedido muy rápido, nos volteamos a ver y comenzamos a reír de todo lo que pasó.
Volvimos a entrar y Ash prendió una pequeña fogata, Emily que era la que parecía más triste de lo sucedido nos dijo “vengan muchachos, vamos a sentarnos alrededor de la fogata y hagamos una reflexión de lo que pasó”. Recordé que tenía una botella de vino que me habían regalado en navidad y la compartí para la ocasión. Y ahí estábamos; jóvenes, desarreglados y greñudos, tomando vino alrededor del fuego. Riendo y hablando de lo sucedido, no mucho tiempo después inesperadamente vemos unas sirenas afuera y se acercan a nosotros una pareja de policías. Una era ruda, con cara enojada y peinado relamido, el otro se veía bonachón y no podía esconder su cara de risa de ver un montón de hippies al rededor de una fogata. “Que bueno que llegaron policías, siéntense con nosotros” dijo Ash. “¿Que están haciendo aquí? ¿que no saben que esto es propiedad privada y además es inseguro para ustedes?” nos dijo la mujer policía enojada “A ver, díganme sus nombres los vamos a anotar en caso de que regresen” Y así, el otro policía que seguía con su cara de risa y pensando en el comentario de Ash que creó todavía mas humor, sacó una libreta y comenzó a escribir nuestros nombres.Ash y Emily les dijeron sus nombres, ya se iba a acercar el policía a mí, cuando antes volteo a ver a mi hermana y me susurra “inventa tu nombre” “Armando Lora” fue lo primero que se me ocurrió y fue el nombre que le di al policía, él me pidió deletreárselo porque claro que para alguien que habla inglés “Armando” es un nombre complicado. No sé si era el sol, el cansancio o el vino en mi sangre, pero realmente nunca sabré que diablos le deletreé al policía, me volteó a ver con cara confundida sin saber tampoco él que escribió y le pidió el nombre a los demás del grupo.
La policía nos dijo que no podíamos regresar a las casas, que tendríamos problemas si lo hacíamos y después se fueron. Por segunda vez en el día, estábamos en la banqueta con nuestras mochilas, mi hermana empezó a reír y molestarme de que le dije al policía algo como Aramando (después compré una guitarra y mi hermana la bautizó “Aramanda”).
Obviamente ya no íbamos a ingresar de nuevo a las casas. “Pueden quedarse con nosotros en casa de mis padres” dijo Emily. Ya teníamos planeado irnos de todos modos, así que afectuosamente nos despedimos de Ash y Emily, agarramos nuestras mochilas y nos dirigimos a nuestro siguiente destino en el increíble país que nos encontrábamos.