¡Exploradores! Bienvenido a una aventura más de mi blog de viajes. En esta ocasión voy a contarte una aventura muy personal pero que seguro te dejará mucho aprendizaje para que no hagas lo mismo.
En el 2016 me fui a vivir a Francia a una ciudad llamada Angers. Esta ciudad se encuentra muy cerca de Nantes y a 3 horas de París. Es una ciudad bastante bonita. Pronto les subiré más información sobre esta ciudad que vale la pena visitar, por lo pronto sigamos con la historia.
Para los que lo han experimentado sabrán que buscar dónde vivir suele ser complicado. Si lo es en tu propio país, imagínate en otro. Después de buscar y buscar, encontré un anuncio en una página francesa de una casa en renta y después de entrar en contacto con el dueño, que por suerte hablaba algo de inglés pudimos hacer el deposito por medio de paypal (Moderno el señor, estamos hablando de 2016). Y así fue como encontré mi nueva casa por el resto de mi estadía en Angers.
Me rompí la muñeca y no tenía seguro.
Uno de los requisitos cuando te vas de intercambio suele ser el contratar o comprobar que tienes un seguro médico que cubra la mayoría de las situaciones en el extranjero. Bien, pues su amigo Alex Jumper en esta ocasión estaba corto de presupuesto así que creyó conveniente ahorrar y no contratar el seguro Francés, un ahorro aproximado de 200 Euros.
Llegó el fin de semana y el grupo estudiantil que se encargaba de los extranjeros estaba organizando una fiesta en “La Peniche” un bar montado en un barco ubicado en el muelle de Maine.
Florian o “Flo” como le decíamos, un francés que ya casi estaba llegando a los cuarenta, que hablaba poco o nulo francés y con el que compartía casa, estábamos listos para la fiesta. Flo propuso hacer precopa en la casa para posteriormente llevarme a uno de los bares que frecuentaba.
Otro error fue comenzar esta odisea, en bicicleta…
Por fin llegamos a la Peniche. Era un barquito bastante largo, la verdad es que el concepto estaba muy bien y estaba la mayor parte de los extranjeros de ese semestre y pues bueno, la fiesta se puso buena y después de un par de horas llegó la hora de regresar.
Tomamos nuestras bicis y comenzamos a pedalear de regreso. La realidad es que por lo mismo no habíamos tomado tanto, pero he de aceptar que si estaba algo “happy”. La peniche estaba a unos 15 o 20 minutos en bici de mi casa.
Recuerdo que ese día estaba sumamente emocionado. No me creía que estaba viviendo en Francia y que comenzaba esta etapa que tanto había querido, estaba extasiado y la imaginación me estaba dando vueltas. Cada cosa que veía para mi era un paisaje digno de fotografía.
En el tramo final para llegar a la casa nos toco una bajada en la que podías ir sin pedalear y la misma bajada te llevaba a buena velocidad. Obviamente yo no tenía idea que estabamos por llegar por lo que venía distraido. En esta bajada a mi se me ocurrió recargarme en el manubrio y ponerme pensativo jaja (Me da mucha risa cuando me acuerdo) y de pronto cuando volteo, Flo da un derrape en seco para girar su bicicleta a la derecha, ya que en efecto, habíamos llegado. Esto me saco de pedo y por reflejo o más bien por falla en mis reflejos presioné más duro el freno delantero de la bicicleta, lo que hizo que saliera volando hacia delante. Aterrice todo mi peso justo con mi muñeca y después de que la bicicleta me diera en la madre, esta salió volando cayendo atrás de mi.
Soy de los que aguantan bastante el dolor, pero esa noche recuerdo que me quedé tirado y sufriendo por varios minutos, ni quería verme la mano. Sentía que la tenía partida o qué tenía enterrado algo, simplemente no podía verla y no me quería mover. Cuando por fin me levantaron y pude ver mi mano pude ver mi muñeca super hinchada, no podía moverla. En ese momento me preocupe y recordé el pequeño inconveniente de no haber adquirirdo el seguro médico de viaje o la seguridad social francesa.
No tener seguro en Francia puede salirte caro
Después de pensar que hacer, decidimos intentar activar el seguro por internet y ver si funcionaba. El problema era que estábamos en fin de semana y no habrían oficinas hasta el lunes. Tuve que pasar todo el fin de semana sufriendo hasta que el lunes pude solicitar el seguro y a un roomie tuvo que ir a recoger los papeles. Ese día nos dormimos tarde.
Ya que tuve el seguro y pude ir al médico para hacerme estudios y radiografías resultó que en efecto, tenía una ligera fractura en la muñeca. El costo de las consultas, rayos X y medicinas era exorbitante, por suerte el nuevo seguro lo cubrió. Por cierto, el único doctor que encontré cerca de mi casa y que hablará inglés era un pediatra, por suerte me acepto. Por poco y no la cuento.
La moraleja de esta historia es muy sencilla. Nunca, pero nunca escatimes o se te olvide contar con un seguro de viaje. Más vale tenerlo y no utilizarlo a no tenerlo y sufrir un accidente que puede en muchos casos dejarte en la quiebra.
Por suerte esta experiencia no fue grave, aunque pase 2 o 3 meses sin mover la mano y no poder tomar en reuniones mientras vivía en Francia, al final todo volvió a la normalidad y en efecto, no volví a tomar ni un trago si iba a usar mi bicicleta.
¿Qué te pareció esta aventura? Déjame saber tu opinión en los comentarios.